Penchete, el legado de tres generaciones en las Salinas de Marchamalo: Una historia de trabajo, familia y transformación en Cabo de Palos

Entrevista a Penchete, hijo y nieto de salinero en las Salinas de Marchamalo, quien nos relata la experiencia de su padre y abuelo como trabajadores de las Salinas de Marchamalo.

  • ¿Cuándo comenzaron tu padre y tu abuelo a trabajar en las Salinas de Marchamalo?

Cuando yo nací en 1946, ellos ya llevaban varios años allí. En esa época, las oportunidades de empleo en Cabo de Palos eran limitadas: la mayoría de la gente trabajaba en el campo o en las salinas, siendo estas últimas el principal sustento económico de la zona, proporcionando empleo y apoyo a muchas familias.

La pesca en Cabo de Palos no era muy abundante, por lo que los pescadores a menudo acudían a las salinas para ayudar con la recolección de sal y con el transporte de las vagonetas hasta las barcazas para su embarque. Durante el resto del año, mi padre y mi abuelo trabajaban en la mina.

  • ¿Cuáles eran las labores de tu padre y tu abuelo en las Salinas de Marchamalo?

Mi abuelo se encargaba principalmente de preparar las balsas salineras para que la sal se solidificara de manera uniforme y plana. Una vez lista la sal, su tarea consistía en extraerla y llevarla al lavadero para su procesamiento y lavado. Mi padre, por su parte, trabajaba como lavador, controlando las vagonetas que llegaban a la lavadora.

En el lavadero, la sal se llenaba en una tolva desde donde los camiones se colocaban debajo para cargarla. La sal sobrante era transportada por una cinta hasta el molino, donde se molía y se empaquetaba en sacos para su distribución.

Algunos camiones, provenientes de Cartagena, llevaban la sal a la fábrica de zinc. Los barcos se cargaban en el muelle de Cabo de Palos y transportaban la sal a diferentes destinos, incluso al extranjero

  • ¿Cómo iba el transporte y la medición de sal?

Disponíamos de dos camiones: uno pertenecía a Ramón Martínez, el pescadero, y el otro a Juan de Cartagena, que era más pequeño.

Para medir la sal, antes se almacenaba en saleros. Había cuatro saleros que se llenaban mediante un canalón. Las vagonetas, que pesaban entre 400 y 480 kg cada una, se llenaban y pesaban antes de trasladarse para cargar los barcos. Este proceso permitía calcular con precisión las toneladas de sal cargadas en cada barco, controlando el peso de las vagonetas antes y después de vaciarlas.

  • ¿Cómo eran las condiciones de trabajo?

Cuando llegaba el tiempo de recolectar la sal, se trabajaba intensamente, incluso hasta de noche, porque si el mal tiempo se aproximaba, era necesario apresurarse para recoger la sal antes de que la lluvia la disolviera.

Durante los inviernos, el trabajo consistía en reparar y preparar las instalaciones para la próxima cosecha de sal.

  • ¿Cómo era el pueblo de Cabo de Palos en esa época? ¿Cuándo llegó la electricidad a las Salinas y al Cabo de Palos?

En esa época, las principales calles eran la calle Marín, el callejón sin salida, la calle del Salero y algunas casas cerca del faro. También había algunas casas de veraneantes en Zeneta y la playa del Levante. El turismo era escaso, y los pocos turistas que llegaban solían alojarse en las casas de los pescadores. Mi madre y Miguel Salas, un hombre muy respetado en la comunidad, alquilaban sus casas a estos visitantes, la mayoría de los cuales venían de Zamora. Con el tiempo, estos visitantes comenzaron a comprar propiedades en la zona.

Por otro lado, mi padre llevó los postes de electricidad a las salinas y luego a Marchamalo, instalando un transformador y conectando la electricidad. La arena extraída del canal se cargaba manualmente en un camión y se esparcía.

A pesar de los tiempos difíciles, yo tuve suerte porque mi abuela vivía en el campo y yo era el único hijo.

  • ¿Qué transformaciones hubo posteriormente en las Salinas de Marchamalo?

Hubo un período en el que las salinas estuvieron inactivas hasta que dos hermanos del Albujón, que arrendaban una casa en Cabo de Palos desde 1943, propusieron reactivarlas. La sal no se utilizaba para barcos, sino que se destinaba a la fábrica de cal en Fuente Álamo, a la Cueva del Grillo y a la fábrica de zinc. En esta nueva fase, se mecanizó el proceso: tractores con máquinas especiales arrancaban la sal, que se recogía en montones y luego se transportaba en remolques. Esto comenzó alrededor de la década de 1970.

Con el tiempo, las salinas se mecanizaron aún más, reduciendo la necesidad de trabajadores a solo cuatro personas: una para operar la pala y la máquina, sin necesidad de cintas transportadoras. Este método continuó durante unos cinco o seis años. Finalmente, las operaciones se estabilizaron, la gente envejeció y se retiró, y algunos se reubicaron.

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